jueves, 28 de junio de 2012

El asesino silencioso







19 de Marzo 2012

Navalespino- El Pimpollar








La altitud modifica la variación de las temperaturas en una proporción de medio grado menos cada cien metros de ascensión, así como la mayor exposición al viento que aumenta la sensación térmica, como ejemplo en las cercanías de Madrid teníamos 14ºC, mientras que en Santa María de la Alameda, teníamos apenas 4ºC.

La mañana amaneció fresca y luminosa. Desde esta atalaya se divisaba con claridad todo el horizonte abierto al suroeste, alcanzando las sierras de Gredos, Santa Catalina,… hasta el silo de Navalcarnero.

La escasez de precipitaciones del otoño y las escasas nevadas del invierno sumado a las fuertes heladas han favorecido que es espectáculo sea desolador pese que aquí, la primavera se retarda hasta los primeros días de mayo.

En los bosquetes desnudos de robles melojos, florecen con profusión las campanillas (Narcisus pseudonarcisus) que tiñen de amarillo la pradera. Entre el ganado vacuno, se alzan bandos de estorninos negros que campean entre los excrementos y las pisadas del ganado.

Descendemos la descarnada ladera por el viejo camino de Lanchas Mojadas ante la atenta mirada de un milano que comienza ha altanear su territorio.

A medida que descendemos entre los peñotes desnudos de gneis, las diminutas carrascas y enebros de la miera (Juniperus oxycedrus) tapizan los escasos huecos. En algún enebro encontramos las primeras flores, minúsculos globillos de color amarillo anaranjado, pegados a las acículas bibandeadas. Una vez fecundadas, tardaran dos años en madurar y precipitarse al suelo con un color entre pardo y rojizo. Aparecen muchos pies totalmente muertos y la mayoría esta atacada por el muérdago enano (Arceuthobium oxycedri), un auténtico, asesino silencioso.

Junto al camino, en los pocos lugares donde el agua se retiene, está helada y la humedad subterránea aparece en forma de pequeños alfileres de hielo que levantan las diminutas arenillas del camino.

Un poco más abajo toman presencia la jara (Citus ladanifer) y los enebros disminuyen pero los que alzan sus cabezas, lo hacen con mayor entidad. Junto al camino el excremento de un zorro, excremento antiguo pero compuesto principalmente por pelo de conejo.

A medida que descendemos al valle, encontramos un terreno algo más profundo con grandes bancos de arcilla donde crece el pino negral o resinero (Pinus pinaster) atacado con frecuencia por la procesionaria, que no tardara en dejar descender su horda de orugas que “procesionaran” hasta los territorios propicios donde depositar sus puestas.

Otro parasito que cada vez tiene más entidad es el muérdago (Viscum album) que a modo de penacho de verde amarillento decora muchas de las ramas.

Tomamos el camino que discurre serpenteando por la vega donde todo parece aletargado por el abrazo nocturno del hielo. Apenas tímidas, las primeras flores de los fresnos y los sauces decoran la maraña tenebrosa de ramas inertes que se abrazan a la plateada lámina de agua.

Bandos de verderones, alguna lavandera blanca en lo alto de la cerca, nos acompañan en el camino. Entre la hojarasca parda y seca de los setos de zarzas un petirrojo se afana volteando hojas.

Cruzamos el Cofio por el pequeño puente de Molino Nuevo o del tío Madejas y bajamos curso a bajo por entre los viejos molinos arrumbados. Desde el puente del Pimpollar, ascendemos hasta la salida de la urbanización para retomar el camino de Molino Nuevo por entre un pinar de pino resinero hasta las últimas casas de la urbanización de donde sale a la derecha, un camino que asciende ladera arriba hasta el collado del Alto de la Mesa o la Cancha.

En la cima se abren los viejos hárrenes, hoy en abandono donde aparecen tímidas las primeras margaritas o las primeras flores amarillas del diente de león y campea el busardo ratonero, cuya cola en forma redondeada le distingue del otro residente, el milano, de cola horquillada.

Aquí la subida es corta pero de dura pendiente. Ascendemos hasta las catas de una incumplida mina de ortoclasa, feldespato de color rosa utilizado en lo procesos de fundición de cerámicas, cerca de la fuente “de las peleas” y subimos por el camino, ya de regreso.

Poco después el cielo se tornó plomizo y la temperatura cayó de plano, y pequeños cristales de hielo comenzaron a caer en forma de ventiscada.


Campanillas (Narcisus pseudonarcisus)
 Jara pringosa (Citus ladanifer)
 Nido de Procesionaria del pino
(Thaumetopoea pityocampa)
Afloramiento de gneis




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