viernes, 8 de febrero de 2013

¿Cien gaviotas dónde irán?

Cien, y muchísimas más, miles. Madrid se ha convertido en una de las poblaciones de gaviotas más importantes del país. La escasez de pesca por la sobrexplotación de nuestras costas y el desmantelamiento de nuestra flota de bajura, que limpiaba el pescado a bordo antes de llevarlo a la lonja, han provocado que estas poblaciones se hayan trasladado. Primero, a mediados de los años setenta, lo hacían de forma estacional en los meses invernales, cuando los temporales azotan la costa. Ahora la población de gaviotas madrileñas es casi equivalente a las invernantes. Al amanecer, grandes bandos surcan los cielos de la capital hacia el vertedero de Valdemingómez y Pinto, donde se alimentan de los despojos de la gran ciudad. Suelen asearse y descansar en las lagunas de las antiguas graveras o en las orillas del río Manzanares. Con nuestros prismáticos, podemos distinguir cormoranes, gaviotas sombrías, patiamarillas e incluso algunas árticas, que al caer la tarde, regresan a sus encames en el embalse de El Pardo y Manzanares el Real.

El medio cambia para bien o para mal, por la intervención humana la mayoría de las veces, y sólo las especies que son capaces de adaptarse a estos cambios y aprovecharlos en su propio beneficio, encuentran en ellas un trampolín para su proliferación. Numerosos ejemplos tenemos en nuestra fauna de ello. La esquiva cigüeña negra (Ciconia nigra) al igual que su hermana la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), se alimentaban en las tierras de labor y zonas húmedas de insectos, invertebrados, anfibios y pequeños peces. La cigüeña blanca opto por acercarse al medio humanizado, anidando en nuestros campanarios y ahora incluso en las antelas de telefonía y superestructuras metálicas. Su dieta se diversifico hacia el nicho donde los recursos eran casi inagotables, la basura. Hoy la cigüeña negra, es una rara especie en peligro de extinción que migra cada invierno a sus cuarteles africanos. Su hermana, tras un periodo de decadencia demográfica, su población comenzó ascender y hoy hay excesos de población en ciudades como Alcalá de Henares y sus viajes transaharianos son cada vez menos frecuentes.

Quizás haciendo honor a Darwin, esto es parte de la selección natural, pero también, nosotros debemos concienciarnos en la riqueza de oportunidades que nos ofrece la diversidad natural y no acentuar los cambios de manera vertiginosa, sin dar oportunidad a nuestros compañeros de viaje, que más pronto que tarde, los necesitaremos.



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