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Los investigadores Carolina Remacha y Javier Pérez Tris de BCV |
El robledal de La Herrería presenta
ahora un atractivo sin igual. Se nos presenta húmedo, verde, esponjoso, tierno
y el paisaje nuboso de estos días de finales del invierno, nos anticipa ya, con
las primeras flores, la inminente llegada de la primavera. Pero en estos
troncos cubiertos de líquenes y musgos, ahora podemos ver con claridad esos
pequeños habitantes alados, que llenan de música las mañanas soleadas. El
regordete agateador, el sin igual trepador azul, el parlanchín carbonero, el
pequeño herrerillo, el delicado mito, el esquivo arrendajo, la silenciosa
paloma torcaz, los enamoradizos cuervos… una miríada de individuos que son más
presentes en esta época, que en ninguna otra, por la escasez del refugio que
les otorgan las hojas. Ahora que las reservas están bajo mínimos y algunos,
andan preparando las maletas para el viaje de regreso a sus cuarteles de cría,
se vuelven quizás más irreverentes y confiados, desatendiendo a la prudencia.
Nos acercamos a dos personas que
andan sacando cajas-nido de un vehículo. A poco que uno mire hacia arriba, verá
buen número de estos artilugios que cuelgan como paquetitos de navidad, de las
ramas medias y bajas de los robles.
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Caja-nido utilizada en el estudio |
-“Son cajas-nido para el estudio -
nos comenta Javier Pérez Tris, Codirector del Grupo de Biología de Conservación de Vertebrados, de la Universidad
Complutense de Madrid- de enfermedades sanguíneas como la malaria aviar. Para
ello nos anticipamos a la llegada de las aves para repasar y comprobar las
cajas-nido. En un bosque maduro como este, no son necesarias, pues los árboles
proveen de buen número de escondites para las aves. Pero un grupo de ellas, que
nos visitan cada verano como el papamoscas cerrojillo o el herrerillo, sienten
predilección por estas cajas. Ellos sufren durante la época de cría el acoso de
unos pequeños mosquitos, que transmiten algunas enfermedades sanguíneas a las
aves”.
Tras la picadura los insectos suelen
posarse en el techo de las cajas, y aprovechando la circunstancia nuestros
investigadores colocan precisamente ahí, una lámina pegajosa donde estos quedan
adheridos.
El Plasmodium relictum, causante de
la malaria aviar, se reproduce sexualmente en el interior de la hembra del
mosquito y termina hospedándose en un ave, cuando el mosquito infectado se
alimenta de la sangre de los pájaros, actuando como diseminador de la
enfermedad. Esta puede causar la muerte de los individuos, si no han
desarrollado defensas a la enfermedad.
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Caja nido blindada anti-depredadores |
Si deseas combatir a un enemigo, lo
mejor será que sepas lo más posible de él. Para ello se estudia su ADN para
identificar la multiplicidad de familias, que antes se pensaba, eran sólo unas
pocas que son capaces de transmitir estas enfermedades.
La labor de campo siempre es
tediosa, rutinaria y la cantidad de los factores de los que depende, también la
hace terriblemente impredecible.
Las anotaciones de Carolina
Remacha, van en otro sentido, controla como la ubicación de las cajas-nido en
zonas recreativas, de transito, paso de vehículos,… afectan a la decisión de las
aves de tomarla como vivienda, o a su éxito reproductivo si se deciden a
instalarse en ellas.
Numeradas con letras y números,
estas cajas-nido donadas por el Ministerio de Medio Ambiente, esta temporada
aparecen reforzadas con una placas sobre la apertura de la puerta, para
proteger del afilado pico del pico picapinos y pito real, las polladas del
muestreo.
-“Se ha pensado en colocarles, una
pequeña prolongación en la apertura y blindarlas con una malla a prueba de
pájaros carpinteros, pero a mitad del estudio no se pueden cambiar las
condiciones de la prueba”.-nos comentan-. Las garduñas, habilidosas, aprovechan
para introducir la zarpa y sacar alguno de los polluelos durante la noche.
Él es delgado y habla con apasionamiento
de su trabajo, ella más tímida, recoge su cabello con una coleta, visten ropa
de campo e intuimos que el cargado maletero es propiedad de uno de ellos.
Pertenecen al Grupo de Biología de
Conservación de Vertebrados de la Universidad Complutense y pese a ser un
domingo y amenazar lluvia en cualquier momento, ahí están, al pie del cañón.
Desde Natursierra queremos recordar
que la ciencia y la protección de nuestro entorno es cosa de todos y utilizar
nuestro pequeño altavoz para dar a conocer el trabajo silencioso y desconocido
de nuestros investigadores y agradecer a Javier y Carolina su colaboración y dedicación.
Más información sobre el Grupo de
Biología de Conservación de Vertebrados
en www.ucm.es/bcv
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Carbonero común |
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Bosque de La Herrería |
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Papamoscas cerrojillo |
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Trepador azul |