martes, 30 de abril de 2019

Los Misterios de la Dehesa
Abejarucos, cantos y colores
Carmen Perona

El abejaruco europeo (Merops apiaster), es una colorida ave que habita Valdepajares de Tajo desde mediados de abril hasta final de verano. Esta especie es capaz de realizar un largo viaje desde sus cuarteles de invierno en África tropical para deleitarnos con su espectáculo de cantos y colores.
En verano es frecuente verlos en sus típicos posaderos como cables o arbustos. Desde ahí otean el horizonte buscado su presa: avispas, abejorros, libélulas, hormigas o mariposas; aunque su captura favorita es la abeja melífera, por la cual recibe su nombre. Los abejarucos hacen alarde de su precisión milimétrica capturando a estos insectos en vuelo para después golpearlos hasta quitarles el aguijón sobre una superficie dura y poder deshacerse así del veneno que portan.


Desde primera hora de la mañana, la algarabía de su monótono canto casi metálico nos informa que el batallón colorido ha comenzado la jornada. Aunque todos los años vienen a Valdepajares de Tajo, cada estación reproductora cambian la ubicación de sus nidos. Este año han elegido los taludes presentes en los bancales del olivar tras nuestra oficina, En está época y durante unas tres semanas ambos progenitores participaran en la construcción del nido excavando una galería horizontal con su pico hasta crear una pequeña cámara al final de la misma. Estos mineros alados son capaces de retirar hasta 13kg de tierra. La elección del sitio exacto para el nido suele acarrear disputas entre los integrantes de la colonia, pero es durante el cortejo cuando mejor se puede disfrutar del comportamiento de esta especie. El macho captura presas de un mayor tamaño de lo habitual para demostrar a la hembra su destreza como cazador y garantizar así la alimentación de la prole. El objetivo de estos obsequios no es otro que estimular a la hembra para la cópula.
Será un poco más adelante, entre los meses de mayo y junio cuando incubará la puesta durante unos 25 días. Esta tarea también es acarreada por los dos sexos de la especie: permanecerán en la cámara cuidando entre 4 y 7 huevos. Una vez que eclosionan, los jóvenes abejarucos son cebados casi 30 veces al día, por lo que las entradas y salidas por la galería son incesantes. Se han identificado algunos casos en abejarucos que han perdido su puesta ayudan a otra pareja a cebar a los más jóvenes, trabajando así por el bien de la comunidad.
A pesar de que un alto porcentaje de su alimentación está compuesta por abejas, en Valdepajares de Tajo no competimos por los abejarucos. Esta llamativa especie no compite con nuestra producción de miel; compartimos espacio con ellos como integrantes de la cadena trófica de la dehesa.

Sus colores parecería que están elegidos a capricho por un pintor impresionista para celebrar que la primavera es una realidad; ya que junto con las oropéndolas suelen ser los últimos migradores en llegar desde el sur a nuestros campos ya verdes y floridos, regados por las aliviantes lluvias de la primavera. En el cielo, podríamos pensar que no baten sus alas, utilizan su ligero peso para jugar con el viento como si de cometas se tratara para capturar diminutos insectos. esos colores se apagan al terminar la estación más calurosa de nuestro continente para poner rumbo al sur de nuevo y no llamar la atención. T a nosotros nos dejan en la otoñada, esperando de nuevo las lluvias y pensando en los amarillos, verdes y naranjas de la primavera que nos volverán a traer.


No hay comentarios: