Después de una
gran tormenta, las nubes se abren, resplandece el sol y queremos creer que el
cielo es más limpio, que el olor es más intenso y que el canto de los primeros
pajarillos es, si cabe, más dulce. Atrás quedaron los estertores de la
tormenta, el batir de los truenos y el restallar de los relámpagos. Los
pequeños charcos son plácidos testigos de los fuertes aguaceros que deshicieron
casas, arrebataron vidas y lo arrasaron todo. Sin embargo, la brisa fresca que
asciende de la tierra aún caliente, nos calma, nos arrulla y limpia de nuestra
mente el horror vivido a golpe de rayo.
No seríamos
muy prudentes si pensásemos que el verano no traerá más tormentas, no seríamos
muy sensatos pensando que nuestra irreverente juventud nos puede salvar de la
fuerza del rayo pero, tampoco lo seríamos lamentándonos sobre el reflejo del
agua estancada o buscando entre el lodo los recuerdos de las vidas que no
volverán.
Hemos de
levantar de nuevo nuestras casas, con los ladrillos aprendidos y desterrar el
barro la arrogancia. Sólo hombro con hombro se volverán a levantar las paredes,
sólo al resguardo de las otras casas, será más fuerte nuestra aldea, sólo si
somos conocedores de nuestras debilidades, podrán hacerse más fuertes nuestras
preguntas.
A todos
aquellos que se los llevó esta crecida por delante, a todos aquellos que
lucharon con su voluntad y sus ganas, aunque se creyeran solos, a todos
aquellos que resisten todavía, colgados de una rama sin que nadie se acuerde de
ellos, para que su ejemplo, su sufrimiento y sus vidas no caigan en el saco
roto de la complacencia, del olvido, del miedo, que la vida de todos no valga
menos que tomarse un par de cañas en una terraza.
Pero vivir con
miedo, es la mejor forma para ser el tributo de la próxima tormenta, vivir en
la ignorancia es ir sembrado tormentas, saber que llegará que nos golpeará de
nuevo, es lo que hace que seamos más fuertes, que nos preparemos mejor y que
aprendamos a disfrutar de cada momento, entre la una y la otra tormenta de
nuestras vidas.
Ánimo a todos
y a seguir luchando.
Enrique García
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